Actualmente, el mundo entero atraviesa una pandemia por la cual los noticieros están bombardeando información y esto nos permite experimentar estrés, angustia, incertidumbre, miedo, ansiedad, tristeza, soledad, impotencia, entre otras emociones y sentimientos completamente válidos, ya que en medio de esta situación es imposible no manifestar esta montaña rusa de emociones.
Hablemos sobre angustia
Actualmente, el mundo entero atraviesa una pandemia por la cual los noticieros están bombardeando información y esto nos permite experimentar estrés, angustia, incertidumbre, miedo, ansiedad, tristeza, soledad, impotencia, entre otras emociones y sentimientos completamente válidos, ya que en medio de esta situación es imposible no manifestar esta montaña rusa de emociones. Los seres humanos somos ante todo seres sociales: necesitamos del otro, del contacto, de la aprobación, del cariño, de un beso, de un abrazo, y este confinamiento, nos tiene “de cabeza”.
Es importante destacar que la angustia y la ansiedad son sentimientos normales, no hay nada de extraño ni patológico en la aparición de los mismos. El problema aparece cuando las personas no encuentran maneras más funcionales de afrontarlos. Esta situación es totalmente atípica en nuestras vidas, generando un desabastecimiento de recursos emocionales y conductuales. Por esto mismo, cabe aclarar que, son tiempos en donde tenemos que ser pacientes con nosotros mismos, es una oportunidad para cultivar la empatía y la compasión tanto con nosotros como con los que nos rodean, entendiendo que no es momento quizás para emprender grandes cambios en nuestras vidas, sino la oportunidad para restituir el equilibrio perdido, o en el mejor de los casos uno un tanto más saludable del que dejamos atrás.
Tenemos toda la mirada puesta en una sola noticia la cual nos hace tener una visión estrecha en este momento. Eso significa que nos cuesta evaluar las situaciones de forma desapegada para afrontarlas. Tenemos mirada de túnel, por lo cual se nos hace difícil en estos tiempos evaluar con tranquilidad, resolver con pericia y crear un ambiente positivo. Las emociones y sentimientos que experimentamos dependen de nuestro contexto social con el cual nos rodeamos, nuestra genética, nuestra historia personal, lo que nos decimos sobre la situación y de nuestras ocupaciones diarias.
La angustia es la emoción más universalmente experimentada por el ser humano. Esta tiene la consecuencia de generar un efecto de inmovilización: se torna una amenaza, en donde se pierde la manera de actuar de forma voluntaria y se puede ver como un estado emocional que se siente y se vive de una manera absolutamente displacentera. Cada persona tiene un lugar puntual en el cuerpo donde se le hace más latente este estado y esta se produce gracias a una situación indeseada, de mucha incertidumbre, donde quede evidenciada la falta de control. Si pensamos en la cuarentena hay muchas situaciones que terminan estando fuera de nuestro control: no podemos controlar cuándo vamos a volver a trabajar, las formas en las que han ido cambiando las salidas de casa, la nueva manera que tienen nuestros hijos de vincularse con los docentes y el que tengamos que participar nosotros, nuestros tiempos a solas, nuestra libertad. Eso nos genera muchísima incertidumbre y eso nos conecta con la emoción de la angustia.
¿Cómo encontrar paz en medio de la angustia?
Explorar cuáles son nuestras emociones asociadas a esta situación: ¿Sentimos miedo, irritabilidad, angustia, tristeza? ¿Desde cuándo? ¿Con qué intensidad? ¿Cuáles son las situaciones desencadenantes? Exponernos a muchas situaciones negativas y de futuro incierto puede resultarnos agobiante. Por eso, es importante entender cuál es el problema a nivel personal y diferenciarlo para cada área: cuál es mi problema a nivel laboral, a nivel personal y a nivel familiar. De lo contrario, podemos terminar batallando con todo al mismo tiempo y acrecentar la angustia.
Identificar y valorar nuestras fortalezas, entender qué recursos tenemos y cómo los podemos usar en situaciones particulares, nos puede ayudar a focalizar no solo en los recursos materiales que tenemos, sino también en los psicológicos, sociales y espirituales. Entender cuáles son los recursos externos: quiénes me apoyan, quiénes me contienen, quién me puede ayudar, en quién puedo confiar, gestionar nuestra exposición a la información. Es positivo estar informado, en la medida que regulemos nuestra exposición y elijamos el tipo de contenidos al que queremos acceder y sus fuentes confiables.
El objetivo es encontrar recursos para sobrellevar esta situación, tratando de hallar lo que a cada uno le sirva de manera saludable para tratar de sobrellevar esta realidad. Es fundamental entender que cada medida es individual. No quiere decir que lo que le sirva a uno le sirve al otro, por eso es primordial encontrar sus propios recursos para sobrellevar la situación de confinamiento y combatir el estrés y la angustia. Por ejemplo: respetar rutinas, mantener horarios regulares de comidas, de trabajo, de sueño, realizar actividades placenteras, practicar ejercicio físico, hacer ejercicios respiratorios para la ansiedad, prácticas de relajación, estimular la creatividad y la expresión artística y ejercer una mirada crítica sobre las propias reacciones.
Podemos poner el foco de atención en las cosas que sí podemos controlar. No se trata de negar que hay cosas que escapan a nuestro control, está bueno equilibrar aquello que no podemos controlar con lo que sí. Podemos controlar a qué hora nos levantamos, cuánto tiempo le vamos a dedicar a trabajar, cuánto tiempo le vamos a dedicar a hacer algo que nos dé placer, cómo nos vamos a vestir, qué queremos cocinar, cómo queremos comer. Poner el foco no solo en las cosas que se nos van de las manos y en lo que cambió, sino en las cosas que pueden seguir igual o que sí podemos controlar.
Mantenernos activos, productivos, tratar de apuntar a nuestro crecimiento personal a pesar de este tiempo de incertidumbre. Ese tiempo que tanto deseé tener cuando estaba lleno de horas de trabajo. Cuál es la cosa mínima que me daría la pauta de que estoy empezando a ganar control. Ponernos metas mínimas a corto plazo, lo que contribuye al incremento de la angustia es ponernos expectativas altísimas.
Lo más importante es no adelantarse a los hechos en forma negativa: no catastrofizar la situación. Vivir en el aquí y ahora lo más posible, siendo plenamente consciente de lo que se está viviendo. Es fundamental tener una rutina de actividad física para descargar la ansiedad y favorecer la secreción de endorfinas, que son hormonas que nos generan placer, nos baja la ansiedad y nos aumenta la sensación de alegría. Es importante tratar de mantener la mayor cantidad de conexiones virtuales con nuestros amigos, familiares y por supuesto tener muy en mente que esta es una situación de urgencia, algo atípico que va a pasar. Ya vamos a retomar en algún momento nuestra actividad cotidiana.