La función cognitiva comprende todos aquellos procesos relacionados con el pensamiento, entre los cuales se incluyen la memoria, el razonamiento, el desarrollo del lenguaje, la resolución de problemas o la toma de decisiones. Durante los primeros años de vida, el desarrollo cognitivo va a determinar el aprendizaje y la capacidad de procesar mejor y entender todo lo que sucede en el entorno. Es decir, lo que el niño escucha, entiende y ve. Todo ello es clave en edades posteriores para lograr un mejor rendimiento escolar y un mayor éxito en la vida adulta.
Se considera que la función cognitiva de una persona es el resultado de la interacción de factores genéticos y ambientales, entre los que se encuentra la alimentación. La alimentación incide directamente en el desarrollo del cerebro, el aporte que brinda cada alimento como las vitaminas y minerales juegan un papel importante en el organismo.
Una nutrición adecuada en la etapa perinatal (gestación, lactancia e infancia) es un factor crítico, ya que los procesos del desarrollo neurológico se inician en la etapa fetal alrededor de la semana 20 después de la concepción, alcanzan un máximo en el tercer trimestre de la gestación (semanas 32 a la 40 de gestación) y continúan tras el nacimiento durante los primeros años de vida.
El tipo de alimentación durante los primeros meses de vida está asociada al desarrollo intelectual en los años posteriores. En particular, es conocido que la lactancia materna se relaciona con un mayor desarrollo intelectual y psicomotor del niño, independientemente de los factores socioeconómicos que interactúan.
Algunas de las patologías por desgracia cada vez más frecuentes en la edad preescolar y escolar, como son los trastornos del déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y los trastornos del espectro autista, se asocian frecuentemente a deficiencias de tipo nutricional, y algunos estudios han conseguido mejoras significativas a través de una modificación en la alimentación de los niños.
Las áreas fisiológicas relacionadas con los alimentos funcionales, son tales como: crecimiento y desarrollo en la primera infancia, regulación de los procesos metabólicos básicos, sistema cardiovascular, sistema gastrointestinal, rendimiento cognitivo y rendimiento/mejora del estado físico.
Importancia de cada alimento:
Proteínas
Son los ladrillos necesarios para crecer y reparar daños en el cuerpo. Se encuentran en: carnes, pescados, mariscos, huevo, lácteos y granos como frijoles, arvejas y lentejas.
Carbohidratos
Nos dan energía y calor para movernos y desarrollar todas las actividades diarias. Son de origen vegetal. Se encuentran en: cereales: maíz, trigo, arroz y sus productos (harina y pastas), verduras, entre otros.
Grasas
Son la fuente más concentrada de energía para nuestro cuerpo y cerebro. Participa en diferentes funciones específicas y forman parte de los tejidos del cuerpo y de algunas vitaminas y hormonas. Son fuente de calorías para los niños. Se encuentran en: carnes rojas, leche, queso, aceites vegetales (girasol, maíz, ajonjolí), margarina, aguacate, aceitunas, algunas semillas como el maní, pistacho, almendras y nuez.
Vitaminas
Ellas son las vitaminas A,D,E,K,C, complejo B, y el ácido fólico. Cumplen funciones esenciales para el organismo. Ayudan en el proceso de transformación de energía y favorecen el sistema de defensa del cuerpo contra las enfermedades. Se encuentran en casi todos los alimentos en especial en las frutas y hortalizas de origen animal.
Minerales
Los principales minerales que se encuentran son calcio, hierro, yodo, y el zinc. Ellos participan en diversas funciones específicas y forman parte de los tejidos del cuerpo. Los minerales intervienen en el crecimiento, reproducción del ser humano, la función muscular, entre otros. Se encuentran principalmente en alimentos de origen animal.
Fibra
Ayudan con el bienestar del sistema digestivo y previene el colesterol en la sangre. Se encuentran en: los alimentos de origen vegetal, como hortalizas (zanahoria, tomate, lechuga y pepino), frutas (melón, naranja y manzana), granos (arvejas, lentejas y frijoles), verduras con cáscara y cereales integrales.
Se evidencia como la nutrición (que depende de la alimentación que llevemos) condiciona el desarrollo y la salud cerebral. Esto a su vez condiciona la función cognitiva, e incluso determinados nutrientes pueden prevenir los daños relacionados con el envejecimiento. También la alimentación puede influir en el metabolismo, pero además las alteraciones de éstos influyen en el metabolismo que a su vez puede modificar la capacidad cognitiva. Debido a esto, la mala nutrición en la etapa de la infancia y adolescencia atrofia el crecimiento físico y cognitivo. Por lo tanto, es de suma importancia de mantener un equilibrio integral para garantizar un desarrollo óptimo.
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